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Un Cambio De Planes

 

 

 TEXTO DE LA HISTORIA

Lucia: La muerte de mi madre fue algo terrible y muy doloroso, para toda la familia fue algo sumamente desgarrador; y que para mi en lo personal insuperable. Sin embargo para quien aparentemente no fue algo tan malo fue para mi padre quien ni siquiera tres meses duro el luto por mi madre, osea su esposa, ya que en cosa de muy poco tiempo ya estaba nuevamente saliendo con mujeres y peor aun en el mismo año estaba comprometido con una mujer unos cinco u ocho años mayor que yo, a quien se le notaba que lo único que le importaba era la fortuna de mi padre y la gran vida que podía obtener al ser su nueva esposa y aunque me duela decirlo… mi nueva madrastra…

Lucía no podía soportar nada respecto a Camila; una mujer de 23 años cuya belleza era tan deslumbrante como superficial. La joven madrastra se movía por la casa con una elegancia que a Lucía le resultaba insoportable, y no podía evitar notar cómo su padre parecía más feliz en su presencia que en cualquier otro momento desde la muerte de su madre. Sentía que Camila estaba reemplazando a su madre, robándole a su padre y tomando todo lo que era suyo por derecho.

Desesperada por deshacerse de Camila, Lucía comenzó a buscar soluciones poco convencionales. Recordó las historias que había escuchado en la infancia sobre una mujer llamada Doña Marta, que vivía en los márgenes de la sociedad. Se decía que Doña Marta había sido hermosa en su juventud, pero la vida dura y las enfermedades la habían dejado pobre, vieja y desfigurada. Sin embargo, se rumoreaba que Doña Marta aún conservaba un conocimiento profundo de las artes oscuras y quien podía ayudarles a realizar este tipo de rituales o ritos que les ayudaría a quitarse del medio a Camila y que ambas partes salieran beneficiadas.

Lucía, en su desesperación, buscó a Doña Marta, le explico toda la situación y luego que hablaran durante horas de que se podía hacer al respecto Lucía le propuso un trato: “Si lo que me dices es correcto puedo ayudarte a intercambiar lugares con Camila, pero a cambio, te irás para siempre. Dejarás a mi padre y a mí en paz."

Doña Marta, intrigada y codiciosa, aceptó sin dudar. Pero para poderlo conseguir necesitaba ciertas cosas de Camila que Lucía no dudo en conseguir esa misma tarde al volver a casa. Para al siguiente día volver donde Doña Marta y preparar todos los ingredientes y pasos a realizar… El ritual fue oscuro y antiguo, realizado en la noche bajo un cielo sin estrellas. Cuando terminó, Doña Marta le comento a Camila que debía esperar al siguiente día que el hechizo hiciera efecto, pero que ahora no tenia manera de revertirse, el intercambio de almas se llevaría a cabo en horas…

A la mañana siguiente cuando Camila se despertó, o lo que quedaba de ella, estaba atrapada en el cuerpo envejecido y enfermo de Doña Marta, mientras que la anciana ahora se encontraba en la piel suave y perfecta de la joven mujer. El intercambio había funcionado.

Lucía estaba segura de que Doña Marta cumpliría su parte del trato, por lo que se despertó con normalidad y se preparo para irse a sus clases habituales sin siquiera ir a hablarle a Doña Marta, Lucía sabia que para cuando volviera ya la mujer se habría marchado con el cuerpo de su madrastra como habían acordado.

Por otra parte cuando Doña Marta, ahora en el cuerpo de Camila, se miró al espejo, algo cambió. El reflejo le devolvió la mirada de una mujer que, después de décadas de sufrimiento, tenía una segunda oportunidad. Su piel era tersa, su cabello brillaba, y su belleza era tan seductora como peligrosa. Doña Marta, en su nueva forma.

Para cuando llego Lucía de sus clases escucho una risa femenina y se dio cuenta que Doña Marta aun no se había ido, al contrario, estaba mas comoda que nunca. Por lo que fue a confrontarla y exigirle que se fuera.

"No me iré a ninguna parte, niña," dijo Doña Marta, ahora con la voz melosa y juvenil de Camila. "Este cuerpo es mío, y tu padre también lo será. Esta vida, este cuerpo y sobretodo, esta vida me encantan. No renunciare a todo esto”.

Cuando Lucía intentó enfrentarse a la nueva Camila, creyó que su determinación podría salvar a su familia. Pero se equivocó. Camila, o más bien Doña Marta en su nuevo cuerpo, no era simplemente una joven mujer hermosa; era una anciana astuta y maliciosa que había vivido una vida de amargura y resentimiento. Ahora, con su nueva apariencia, tenía todas las armas para deshacerse de Lucía y controlar completamente al padre de la joven.

 

La primera noche que pasó en su nuevo cuerpo, Camila se deleitó en explorar cada centímetro de su piel renovada. Se miró en el espejo durante horas, admirando cómo la luz acariciaba su cabello dorado y cómo sus ojos, ahora brillantes y llenos de vitalidad, capturaban la juventud que había perdido hacía décadas. Sabía que este cuerpo le daba un poder que nunca había tenido, y estaba decidida a explotarlo al máximo.

El primer objetivo de Camila fue asegurar su posición en la familia. Se dedicó a seducir al padre de Lucía con una sutileza y una maestría que él no pudo resistir. Cada palabra que salía de su boca era dulce como la miel, cada gesto calculado para encender el deseo en su nuevo esposo. A medida que los días pasaban, él se volvía más y más dependiente de ella, viendo en Camila no solo a su esposa, sino a la encarnación misma de la juventud y la belleza que lo hacía sentir joven otra vez.

Mientras tanto, Lucía observaba, impotente, cómo la relación entre su padre y Camila se fortalecía. Intentó advertirle, intentó hacerle ver que algo estaba mal, pero su padre estaba cegado por la atracción que sentía hacia su nueva esposa.

En su nueva vida, Camila se convirtió en una figura influyente, una mujer que no solo poseía una belleza deslumbrante, sino una mente calculadora y despiadada. Usó su sensualidad y poder para manipular a todos los que la rodeaban, y jamás permitió que nadie cuestionara su autoridad.

 

 

 


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