Cambio Universal #15: El Coctel Mas Dulce De La Vida...

 

 TEXTO DE LA HISTORIA

El mundo entero se sacudió en un instante, como si el universo hubiera decidido barajar las cartas y repartirlas de nuevo. De un momento a otro, millones de personas se encontraron en cuerpos que no eran los suyos, atrapados en vidas que no reconocían. Pero para Sebastián, el cambio fue un golpe de suerte inesperado.

Cuando abrió los ojos, lo primero que sintió fue la suavidad de una piel ajena, el peso de un cuerpo diferente, más curvilíneo y delicado. Miró alrededor y se encontró en una terraza lujosa, rodeada de jardines perfectamente cuidados. Un vestido corto y blanco acariciaba sus muslos, y al bajar la vista, vio unos tacones verdes altísimos, que estilaban sus piernas de manera espectacular.

Frente a él, sobre una mesa de cristal, había un cóctel servido en una copa elegante. Sin pensarlo, lo tomó entre sus manos, notando cómo las uñas perfectamente cuidadas reflejaban el sol que brillaba intensamente. Un par de gafas de sol descansaban sobre la mesa, y se las puso con un movimiento natural, como si siempre hubiera sido parte de esa vida.

Se recostó en el cómodo sofá, sintiendo la brisa acariciar su rostro. Cada parte de este nuevo cuerpo se sentía viva, poderosa. La mujer en la que ahora habitaba era una MILF millonaria, con una vida de lujos y comodidades, algo que en su vida anterior solo podía haber soñado.

Mientras sorbía lentamente el cóctel, con el sabor dulce y refrescante inundando su boca, observó a su alrededor. La gente en la mansión estaba al borde del pánico. Asistentes, guardaespaldas y otras personas que claramente formaban parte de su vida nueva corrían de un lado a otro, sin comprender qué estaba ocurriendo. Las expresiones de confusión y miedo eran evidentes, pero a Sebastián, ahora en el cuerpo de esta mujer poderosa, todo lo que sucedía era genial, ese caos…

Desde su posición privilegiada, se limitó a observar, con una sonrisa apenas perceptible en los labios. Nadie tenía idea de lo que estaba pasando, y eso le daba una sensación de control absoluto, una ironía deliciosa que saboreaba tanto como el cóctel en sus manos.

Se acomodó en el sofá, cruzando las piernas con elegancia, y dejó que el sol calentara su piel bronceada. Sebastián disfrutaba del lujo, de la riqueza y de la libertad que esta vida le ofrecía. 

Nadie sabía qué estaba ocurriendo, pero él, en ese momento, no podía haber pedido nada mejor. Sebastian se levantó del sofá con una fluidez que casi parecía felina, sus tacones resonando suavemente sobre el mármol de la terraza. Giró la cabeza hacia uno de los hombres de seguridad, que la observaba desde la distancia, y les lanzo un beso. Desde ese momento el cuerpo de la mujer y la mente del hombre que ahora lo habitaba se fusionaban en una entidad nueva, intrigante, y peligrosamente seductora.